1. Le Perche: una escapada rural a sólo 2 horas de París
Enclavado entre los departamentos de Orne y Eure-et-Loir, el Perca es el paraíso perfecto para los amantes de la naturaleza y el patrimonio rural. Esta región por descubrir, a sólo dos horas de París, cuenta con paisajes ondulados, bosques profundos como el de Réno-Valdieu, y pueblos típicos con casas de entramado de madera. Aquí, el tiempo parece haberse detenido: pasee por las callejuelas de Bellême, Mortagne-au-Perche o Rémalard, visite las casas solariegas escondidas por el camino y saboree la gastronomía local en los acogedores mesones de las granjas.
El Perche es también un destino ideal para las actividades al aire libre: senderismo, paseos a caballo por los senderos hundidos o en bicicleta por la Voie Verte du Perche, podrá descubrir la región a su ritmo. Para prolongar la experiencia en plena naturaleza, regálese una noche insólita en una cabaña encaramada o una yurta en el corazón del bosque.
2. El Valle del Loira: castillos, viñedos y paseos en bicicleta
Accesible en menos de dos horas de tren desde París, el Valle del Loira es un paisaje armonioso, modelado por el hombre y la naturaleza. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es famoso por sus suntuosos castillos, pero también es un fantástico patio de recreo para quienes sueñan con unas vacaciones activas y tranquilas.
En bicicleta, por la ruta El Loira en bicicletaPedaleará con seguridad entre viñedos, praderas llenas de flores y pequeñas islas salvajes. Deténgase en bodegas para degustar los famosos vinos de la región (Vouvray, Chinon), o disfrute de un picnic en los jardines de los castillos de Amboise, Chaumont-sur-Loire o Villandry. Para una inmersión total, opte por alojamientos con encanto: bed and breakfast en mansiones históricas o albergues ecológicos a orillas del río.
3. El Morvan: la autenticidad salvaje de la Borgoña verde
Situado en el corazón de Borgoña, a poco más de 3 horas de París, el Parque Natural Regional de Morvan es el destino elegido por quienes buscan el contacto directo con la naturaleza. Aquí no hay turismo de masas: sólo lagos tranquilos, colinas boscosas, interminables rutas de senderismo y pequeños pueblos vírgenes.
Embárcate en una aventura por el Lago des Settons o el Lago de Pannecière Natación, remo, piragüismo, pesca... Cada actividad es una invitación a reconectar con lo esencial. En cuanto al patrimonio, el Morvan también está lleno de sorpresas: iglesias románicas, los vestigios celtas del Monte Beuvray y museos rurales cuentan la historia de una región auténtica. Déjese seducir por la cálida acogida de los lugareños y la riqueza de las delicias culinarias locales, como los quesos de granja, la miel de bosque y la charcutería tradicional.
4. La bahía de Somme: aliento yodado y vastos horizontes
A sólo 2h30 de París, el Bahía de Somme es una de las bahías más bellas del mundo, un marco natural único entre la tierra y el mar. Este inmenso paisaje, cambiante con las mareas, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y los grandes espacios. Con marea baja, la bahía se puede explorar a pie durante travesías guiadas; con marea alta, es ideal para pasear en kayak o en barco.
Los aficionados a la ornitología estarán encantados en el Parc du Marquenterre, donde recalan cada año más de 300 especies de aves migratorias. Para cambiar totalmente de aires, dé un paseo a caballo o en carruaje por las interminables playas. En cuanto a los pueblos, Saint-Valery-sur-Somme y Le Crotoy ofrecen bonitas callejuelas bordeadas de flores, terrazas con vistas a la bahía y sabroso marisco. Un lugar ideal para respirar hondo y bajar el ritmo.
5. El Périgord Noir en torno al Hautefort: naturaleza, historia y gastronomía
Un poco más lejos, pero accesible en menos de 5 horas en coche o TGV, el Perigord negro es una tierra de naturaleza y tradición que bien merece una visita. Los paisajes de espesos bosques, valles tranquilos y pueblos de piedra rubia crean una atmósfera apacible y relajante, perfecta para un descanso rejuvenecedor.
En el corazón de esta región, una visita al Castillo Hautefort es una visita obligada. Obra maestra de la arquitectura clásica, domina un suntuoso panorama y ofrece una experiencia única: salones ricamente decorados, exposiciones temporales y permanentes, y un sinfín de atracciones. jardines formales sublime este lugar cargado de historia. Tras su visita, aproveche para explorar los alrededores: la cueva de Tourtoirac, los mercados gastronómicos de Thenon o las rutas de senderismo que serpentean por campos y bosques. El Dordogne es también tierra de gastronomía, donde el foie gras, las trufas, las nueces y los vinos regionales enriquecen cada momento de su escapada.